Este es el trabajo que cambió todo para mí.
Al mirar atrás, veo que mi autoimagen era un reflejo directo de cómo experimentaba la vida en mi realidad física. Pasé muchos años tratando de encontrarme a mí mismo. Ahora sé que podemos crearnos a nosotros mismos usando nuestras mentes. Hay una gran diferencia entre ambas.
Mira, estaba buscando las respuestas fuera de mí. ¿Quién soy? ¿De qué soy capaz? ¿Cuánto valgo? Pensé que la confianza era algo que se tenía o no se tenía. Permití que mis circunstancias externas y los resultados en mi vida dictaran mi valor. Mi valor dependía de lograr y ser el mejor. Solo era digno si ganaba o llegaba en primer lugar. Estoy seguro de que algunos de ustedes pueden identificarse con esto.
Lo que he llegado a comprender es que la imagen que tenemos de nosotros mismos determina nuestra realidad. A esto se le llama nuestra autoimagen. Tenemos una imagen que proyectamos al mundo exterior: lo que vestimos, cómo nos peinamos, cómo nos comportamos, y también tenemos nuestra imagen interior, la que creemos sobre nosotros mismos. Es esa voz interior que se reproduce una y otra vez en nuestras mentes. La que nos guía, la que determina nuestro mundo exterior. A la que responde el universo. Nuestras mentes siempre intentarán demostrar que tenemos razón. Si tengo la idea de que no soy lo suficientemente bueno o que no merezco dinero, entonces tendré experiencias que me demuestren que tengo razón. Por el contrario, si tengo una imagen sólida y saludable de mí mismo y de mis capacidades, tendré experiencias que me demuestren que tengo razón. Nuestra creencia en nosotros mismos determinará nuestros resultados.
¡Nuestra creencia en nosotros mismos es crucial porque nunca superaremos nuestra propia imagen!
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